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jueves, 5 de agosto de 2010

¿De dónde viene la expresión "prensa amarilla"?


A finales del siglo XIX y principios del XX existió una guerra, una guerra entre magnates de la prensa diaria norteamericana. Y de la lucha por controlar un comic saldría una expresión, "prensa amarilla", que sobrevivido cien años.

En aquellos años, controlar la prensa diaria era símbolo de poder. A falta de radio o televisión (el telégrafo no era un instrumento casero), el periódico se convirtió en la herramienta cotidiana e indispensable para estar informado, y sus ventas empezaron a crecer sobre todo en las grandes ciudades. De ello se dieron perfecta cuenta dos ambiciosos hombres de negocios: Joseph Pulitzer y William Randolph Hearst.

Joseph Pulitzer (1847-1911), húngaro de nacimiento, emigró a Estados Unidos en 1864. Tras una corta carrera política como senador republicano, en 1879 se convierte en editor del St.Louis Post-Dispatch, donde inicia su política empresarial de convertirse en defensor del hombre de la calle y contar las cosas un pelín exageradas. Al adquirir el New York World en 1882 (fundado originalmente en 1860), concentra su interés en el contenido humano de las historias, los escándalos y el sensacionalismo periodístico. Aumentó las ventas de este periódico de 15.000 a 600.000 ejemplares, convirtiéndolo en el más vendido del momento. En 1892 promovió la primera escuela universitaria de periodismo del mundo. Fue acusado por calumnias en 1909 al publicar la noticia del pago fraudulento por parte del gobierno norteamericano a la French Panama Company de 40 millones de dólares, pero la justicia lo absolvió. En 1917, seis años después de su muerte y siguiendo su voluntad, se instituyeron los ya famosos Premios Pulitzer.

Por su parte, William Randolph Hearst (1863-1951) heredó muy joven una vasta fortuna con la que empezaría a comprar diversas cabeceras periodísticas, como el San Francisco Examiner (1887) o el New York Journal (1895), que convirtió en un periódico abocado al sensacionalismo y capaz de cualquier cosa con tal de llamar la atención, hasta el punto de estar considerado con sus titulares uno de los inductores de la Guerra de Cuba de 1898. Aunque lo intentó en dos ocasiones (1905 y 1909) su carrera política como alcalde de Nueva York fue frustrada por el fracaso en las urnas; líder del ala liberal del Partido Demócrata entre 1896 y 1935, acabó sus ideales políticos en la zona conservadora. Como símbolo de su poder hizo construir cerca de San Simeón (California) un gran palacio al que llamó Hearst Castle, considerado actualmente como monumento histórico nacional.

El sensacionalismo practicado por uno y por otro acabó siendo conocido como “prensa amarilla”, pero ¿por qué?

Pulitzer había creado en 1889 el concepto de suplemento dominical (una sola hoja a doble cara), convirtiéndolo en una revista satírica que incluía textos humorísticos, narraciones, ilustraciones y chistes. Cinco años después, con la ayuda de la por entonces revolucionaria impresión en color, la sencilla hoja se transformó en un suplemento semanal de 8 páginas que, desde el 5 de mayo de 1895, empezaría a publicar en color las vivencias de Yellow Kid, de Richard F.Outcault. El personaje, aún por definir, había nacido en la revista Truth, donde Outcault, un dibujante procedente del terreno de la ilustración técnica, haría sus pinitos como ilustrador costumbrista; se trataba de un niño ataviado con un camisón que se paseaba por un mísero barrio de una gran ciudad, sucio, calvo y descalzo.





El pequeño niño de grandes orejas, vestido con un camisón raído con una gran mancha en forma de huella de una mano a la altura del pecho, empezó siendo de color azul o marrón hasta que unos meses después la imprenta perfeccionó el amarillo; de ahí lo de Yellow Kid (“chico amarillo”). También tardaría algún tiempo Outcault en definir el semblante definitivo de Mickey Dugan, que así se llamaba en realidad el personaje; al camisón, la apariencia siempre risueña o burlona y los dos dientes superiores, Outcault unió en mayo de 1896 una de sus características esenciales: incluir en el camisón el diálogo del personaje, transcrito como si hablara un niño con dos dientes.

Consciente del tirón popular del suplemento dominical de Pulitzer (Yellow Kid disfrutaba de un notorio éxito entre los lectores de todas las edades a los que iba dirigido el suplemento), William Randolph Hearst, siempre atento a tomar nota de aciertos ajenos para desarrollaros y mejorarlos, decidió aumentar la tirada de su New York Journal con un golpe de efecto. El domingo 1 de noviembre de 1896 nacía el American Humorist, otro suplemento en color, éste también de ocho páginas, pero, por aquello de aportar algo, de tamaño más grande que el de Pulitzer. De hecho, Hearst llegó un poco más lejos: contrató a todo el personal técnico y creativo del dominical de Pulitzer para su American Humorist, incluido el Yellow Kid de Outcault, por supuesto.

Pulitzer reaccionó rápidamente denunciando el “robo” del personaje en los juzgados, y el posterior veredicto tomó la salomónica decisión de permitir que el World de Pulitzer pudiera seguir publicando las aventuras de “Yellow Kid” como “Hogan´s Alley”, aunque con otro dibujante, mientras que reconoció a Outcault la facultad de dibujar a su criatura, aunque con otro título, en el Journal de Hearst.

En el fragor de la batalla por el control del Yellow Kid de Outcault, el World y el Journal fueron bautizados como “The Yellow Kid Papers”, expresión que posteriormente sería recortada a “The Yellow Papers” y, poco después, a la de “Yellow Journalism”, “periodismo amarillo”. En aquel momento se publicaron (ni en la prensa de Pulitzer ni en la de Hearst, por supuesto) muchos chistes críticos sobre este enfrentamiento, pero posiblemente el más significativo sea el titulado “The Big Type War of the Yellow Kids”, publicado el 29 de junio de 1898 en Vim Magazine y firmado por el caricaturista Leon Barritt. Es el que ilustra la cabecera de este artículo.

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